Estados Unidos, agencias / ciberpasquinero
La humanidad sueña con viajar hasta Marte o asentarse en la Luna, pero hacerlo no solo requerirá diseñar sofisticadas naves espaciales, sino también someter a la biología del cuerpo humano a una muy dura prueba.
Aparte de la dañina radiación, una de las cosas que más se teme es que los astronautas pasen largos periodos de tiempo sometidos a una gravedad menor a la terrestre.
Gracias a décadas de misiones espaciales, se ha averiguado que, en condiciones de microgravedad, el corazón se hace más esférico, la sangre se acumula en la cabeza o que cambia la forma de los globos oculares, causando incluso problemas de visión.
Además de eso, alejarse del «abrazo» de la gravedad, atrofia la musculatura, lleva a que los huesos pierdan calcio, alarga temporalmente la columna vertebral y causa alteraciones temporales en los telómeros, los extremos de los cromosomas.
No obstante, muchas de las causas fundamentales de estos procesos son desconocidas, y, por este motivo, difíciles de tratar.
No obstante, muchas de las causas fundamentales de estos procesos son desconocidas, y, por este motivo, difíciles de tratar.
En parte por eso, este miércoles se ha publicado la mayor colección de datos hasta la fecha con muy detallada información sobre cómo células y tejidos responden ante diversas circunstancias relacionadas con la vida en el espacio.
Se ha publicado una extensa colección de artículos científicos, en los que han participado más de 200 investigadores, que son fundamentales para preparar el camino para las futuras misiones espaciales.
Variada información
Los trabajos han sido posibles gracias a la plataforma «GeneLab», de la NASA, que recoge información muy variada, obtenida en tejidos, moscas, ratas, ratones y 59 astronautas, a lo largo de dos décadas de misiones espaciales.
Variada información
Los trabajos han sido posibles gracias a la plataforma «GeneLab», de la NASA, que recoge información muy variada, obtenida en tejidos, moscas, ratas, ratones y 59 astronautas, a lo largo de dos décadas de misiones espaciales.
En concreto, esta plataforma recoge información procedente de las «ómicas», disciplinas que registran los cambios ocurridos en tejidos y células en respuesta a la microgravedad o la radiación del espacio.
Entre éstas, están la proteómica, la metabolómica, la transcriptómica y la epigenómica, que estudian distintos aspectos de la biología de las células.
El espacio destroza el corazón de las moscas
«Si queremos establecer una colonia en la Luna o enviar astronautas a Marte —ha explicado Sharmila Bhattacharya, investigadora de la NASA— es imperativo que comprendamos los efectos de la microgravedad extendida sobre el cuerpo humano»
El espacio destroza el corazón de las moscas
«Si queremos establecer una colonia en la Luna o enviar astronautas a Marte —ha explicado Sharmila Bhattacharya, investigadora de la NASA— es imperativo que comprendamos los efectos de la microgravedad extendida sobre el cuerpo humano»
La investigación reveló que las moscas espaciales tienen un corazón más pequeño y menos contráctil, por tanto menos competente a la hora de bombear sangre, lo que coincide con lo observado antes en astronautas.
No obstante, ahora se ha observado por qué: las fibras musculares cardiacas pierden su alineación y pierden contacto con las adyacentes, disminuyendo así la capacidad de bombeo.
Además, una especie de capa que rodea a las células cardiacas, la matriz extracelular, es significativamente más débil, y muchos de los componentes que interaccionan con ella están alterados.
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